Lagarde nació en París en 1956, estudió Derecho en Francia y fue becaria en el Capitolio de Washington como asistente de un congresista. Años después ingresó en la importante firma de abogados estadounidense Baker & Mckenzie, donde llegó a ocupar un puesto directivo. En la conversación suele deslizar expresiones económicas en inglés que delatan su formación anglosajona y una querencia irrefrenable por lo estadounidense. De ello da fe la única fotografía que tiene colgada junto a la colección de caricaturas: la de Barack Obama posando junto a ella.
Fue nombrada ministra de Economía el 19 de junio de 2007. Muy criticada al principio, se ha vuelto insustituible para el presidente Nicolas Sarkozy. De hecho, es la persona que más tiempo lleva en ese cargo en los últimos 10 años.
Pregunta. ¿Cuándo se dio cuenta de la gravedad de la crisis, de que era una crisis de una profundidad temible?
Respuesta. En cuanto a su aspecto financiero, nos dimos cuenta de la amplitud enseguida. En el mes de octubre de 2008 sabíamos que el Estado debía actuar porque los bancos comenzaban a no poder financiarse. Una de las razones por las que creo que supimos diagnosticar rápidamente lo que se avecinaba fue que estuvimos en contacto permanente con los protagonistas del mundo financiero y económico. Cada mañana manteníamos una reunión aquí en mi despacho el director del Tesoro, los miembros de mi gabinete y yo con todos los responsables de los grandes bancos y de las grandes aseguradoras, que se ponían en contacto con nosotros por teléfono. Así sabíamos si el dinero iba, volvía, si se bloqueaba, etcétera. Y una vez por semana me entrevistaba con los directores de las grandes empresas para saber cómo reaccionaba el mercado. Así, hubo una gran concertación y una gran rapidez de ejecución.
P. ¿Por qué Francia parece resistir mejor la crisis que otros países?
R. En primer lugar, porque teníamos una situación financiera sólida, equilibrada y bien gestionada. En segundo, porque reaccionamos rápidamente y de manera, si se me permite la expresión, creativa. Hemos inventado nuevos elementos y nuevos métodos para atajarla. Le daré un ejemplo de la rapidez a la que me refiero. Toda la operación que se puso en marcha para refinanciar la economía y salir en ayuda de los bancos franceses fue concebida, dirigida, consultada y votada por las dos Cámaras del Parlamento en una semana. Esto era algo que nunca había pasado en la República Francesa. Todos los participantes tomaron conciencia del problema y eso aceleró el proceso, todos los procesos. Así, el Plan de Reactivación Económica se proyectó en 2008, y en enero de 2009 ya estaba funcionando. Es decir, ya funcionaban las ayudas a las empresas y las subvenciones, por ejemplo, a la compra de automóviles. Todo fue instantáneo. También se aceleró la devolución del dinero que el Estado debía a las empresas; del IVA, por ejemplo. Todo se comprimió en el tiempo y se pagó en 2009.
P. ¿A qué se refiere con una gestión creativa?
R. Vimos que había que apoyar la inversión privada y decidimos exonerar a las empresas que invirtieran en 2009 de la Tasa Profesional [que cobran los ayuntamientos y grava las nuevas inversiones de las empresas]. Comprendimos rápidamente que el dinero se había ido, que los bancos se replegaban en sí mismos, remisos a dar créditos, a correr riesgos. Así que creamos lo más velozmente que pudimos la figura del Mediador del Crédito, una figura nacional cuya misión es la de interceder entre los bancos y las pequeñas y medianas empresas, de manera que cuando estas empresas ven señales de alarma puedan acudir a los bancos con más garantías de recibir dinero.
P. Una de las claves de la recuperación francesa y de que su economía no haya caído más es el mantenimiento del consumo ¿A qué se debe?
R. Se debe a la estructura del crecimiento francés, que se alimenta de tres motores: el consumo, que siempre ha sido fuerte pero no dominante, la inversión privada y las exportaciones. ¿Qué pasó durante la crisis? La inversión privada se hundió y la inversión pública tuvo que tomar el relevo. Y el consumo aguantó, no tuvo un porcentaje negativo en ningún trimestre. Esto quiere decir que los franceses nunca perdieron la confianza en el sistema y no se pusieron a ahorrar precisamente en ese momento. Los franceses son ahorradores tradicionales, de siempre. En Europa son de los que más ahorran. Así que no sintieron la necesidad de seguir ahorrando mucho más. Además, hay que tener en cuenta las medidas de estímulo de la economía adoptadas por el Gobierno, destinadas a sostener, por un lado, el sector industrial, y por otro, a incentivar el consumo, como el descuento citado de 1.000 euros por la compra de un coche si se abandonaba el viejo.
P. El consumo aguanta, Francia crece, pero el paro sigue subiendo y llega casi al 10%.
R. El paro comenzará a bajar cuando la economía se estabilice basándose en dos condiciones: que el crecimiento sea sostenido, sin picos, ni caídas ni montañas rusas, y que sea lo suficientemente elevado. Nuestra previsión de crecimiento para este año es del 1,4%. Esto quiere decir que durante 2010 va a aumentar el paro, pero muchísimo menos que antes. El choque brutal fue al final de 2008 y durante el principio de 2009, y a partir de ahí es como si bajáramos despacio una escalera. Si nuestra previsión de crecimiento se mantiene a lo largo de este año, en 2010 terminaremos con la fase de destrucción de empleo.
P. Otros de los problemas de Francia son su enorme deuda pública y el déficit. ¿No teme que ambos acaben estrangulando la economía?
R. En 2009 tuvimos que combatir el fuego con fuego. Ahora necesitaremos ir levantando el pie del acelerador del gasto, pero despacio, no bruscamente, y al mismo tiempo apretar el freno del gasto público; es decir, empezar a retirar el plan de reactivación económica. Pero hay que ir haciéndolo en el momento justo y en su justa medida, porque si lo hacemos demasiado rápido es contraproducente. Ya tenemos experiencia. El sector del automóvil es muy importante para nosotros. En los años noventa subvencionamos ya dos veces la compra de automóviles, como ahora, con el Gobierno de Alain Juppé y el de Edouard Balladur. Y las dos veces lo suprimimos bruscamente. Y eso acarreó un descenso de golpe de matriculaciones en torno al 40%. Ahora lo vamos a ir quitando de forma progresiva. Durante 2009 dimos 1.000 euros. A partir de enero damos 750. En julio, 500. Así haremos también con los bancos: vamos a pedirles que refuercen su capital propio, pero sin que dejen de financiar la economía. El año 2009 fue el año del impacto de la brutalidad de la crisis y el del impacto de la brutalidad de los estímulos fiscales. El 2010 será el año de la sutileza.
P. ¿Y cómo se logra esa sutileza? ¿Cómo se sabe en qué momento se está?
R. Yo utilizo varios indicadores para leer el momento. Como, por ejemplo, los de publicidad. Cuando una empresa invierte en publicidad quiere decir que ya avizora el porvenir, que ya está de nuevo en condiciones de ir tomando posiciones en el mercado. También el del transporte de contenedores, porque me informa de la demanda exterior hacia Francia. Hemos tenido un año, 2009, muy malo, como el resto de países. Ahora ya estamos empezando a salir.
P. ¿Es necesario retrasar la edad de jubilación en Francia, que ahora se sitúa en los 60 años?
R. Es uno de los parámetros que debemos estudiar en la reforma de las pensiones que tenemos pensado acometer. Pero sólo uno. Hay que estudiar todos los demás. Lo único que se puede asegurar que no se va a cambiar es el montante de la jubilación. Eso lo ha asegurado el presidente Sarkozy. Todo lo demás puede cambiar. La reforma es necesaria. Hoy ya sabemos que la caja de gestión de las pensiones presentará un déficit cercano a los 30.000 millones de euros. Así que hay que encontrar imperativamente una solución rápida. Jugamos con una ventaja: la demografía nos beneficia. La relación entre personas jubiladas y personas activas nos es menos desfavorable que en Alemania, Italia o España.
P. ¿La situación económica de España es comparable a la de Grecia?
R. En Francia tenemos un dicho: el que compara, falla. La comparación entre Grecia y España fue precipitada. Las estructuras de las respectivas deudas son diferentes. La deuda y el déficit españoles estuvieron bien controlados por mi ex colega Pedro. Después ha habido un brutal deterioro a causa de la crisis porque el modelo estaba basado sobre todo en la construcción, las obras públicas y el turismo. Ahora tienen que repensar esa manera de funcionar. Pero no es para nada el mismo sistema financiero el griego y el español. Y sabemos que el presidente Zapatero y la ministra Elena Salgado están afrontando los problemas a base de una política económica valiente. De manera que la comparación era injustificada.
P. Nicolas Sarkozy aseguró al principio de la crisis que había que moralizar el capitalismo. ¿Qué han hecho ustedes para moralizarlo?
R. El primer frente en el que nos batimos fue el de los paraísos fiscales. En los últimos 15 meses ya hay 150 acuerdos firmados con países que han prometido más transparencia. Eso no se va a quedar ahí, va a seguir. También nos hemos dado cuenta de que nuestro sistema de supervisión de las instituciones financieras no funcionó, ya que los supervisores no advirtieron la crisis. Así, en Europa hemos aprobado, bajo la presidencia sueca, y a pesar de las reticencias inglesas, un nuevo modelo de supervisión, con un control del Banco Central Europeo, que aún debe ir al Parlamento Europeo, que servirá para dar la señal de alarma si detecta riesgos y burbujas especulativas. En Francia hemos incluido en nuestro sistema jurídico los acuerdos del G-20 en cuanto a remuneración de los banqueros. Por último, en 2010, los bancos deberán pagar un impuesto del 50% sobre los bonus que hayan pagado a sus agentes de Bolsa por el año 2009, siempre que sean superiores a 250.000 euros.
P. ¿Hay que hacer más cosas a este respecto?
R. Sí. Hay que regular de manera más seria, disciplinada y restrictiva los productos derivados financieros. Es necesario que esas transacciones se lleven a cabo en mercados que puedan ser examinados y vigilados. Actualmente, muchas de esas operaciones no son transparentes, sino opacas. Y hay que saber qué pasa. Si no, tendremos de nuevo burbujas que no advertiremos a tiempo por no haber tenido acceso a esas transacciones.
P. ¿Cuándo saldremos de la crisis?
R. Saldremos cuando se termine la reforma del sistema financiero y se consolide la confianza entre los diversos operadores de este mismo mundo financiero. Cuando el sistema permita dos cosas: que continúen desarrollándose los países emergentes y que los países desarrollados como Francia y España encuentren maneras de crecer y de crear empleo. No será fácil porque estamos en un momento de grandes transformaciones en el mundo. Los grandes países emergentes están tomando su parte de mercado. Así que vamos a tener que encontrar un equilibrio entre todos que, además, deberá ser sostenible y acorde con el futuro del planeta. Aún hay trabajo por hacer.
P. ¿Y en ese nuevo mundo desconocido no hay riesgo de volver a caer?
R. Hay que mirar el mundo con confianza. El hombre es capaz de todo, incluso de lo mejor.