NOTA DE VRedondoF : Llevo tiempo leyendo escritos de "Molk de Peter Pank" , escribe muy bien pero en un lenguage MUY SOFISTICADO , al que yo no estoy acostumbrado.
Hoy veo interesante su punto de vista y por ello lo publico.sirva como un enfoque mas.
Zapatero lanza a los sindicatos estatales a la calle para despistar
de Molk de Peter PankZapatero lanza a los sindicatos estatales a la calle para despistar
Usted debería estar ubicado en la sociedad civil o globalidad que no es Estado ni Comunidad. Los filósofos alemanes la bautizaron con el mismo nombre y apellido que la sociedad burguesa y, enseguida, se opuso a la sociedad proletaria. Los enfrentamientos y conflictos entre ambas sociedades, la económica y la laboral, produjeron en Europa las ideologías políticas del siglo XIX, con las consiguientes guerras civiles, revoluciones y Estados totalitarios del XX.
Desde el final de la guerra mundial, o dicho con más precisión, desde que los partidos políticos europeos se integraron en el Estado, como órganos del poder estatal, tal como habían hecho antes los partidos únicos de los Estados Totalitarios, la sociedad civil se quedó huérfana de representación política y se convirtió en el lastre o peso muerto del Estado social, que lleva años suplantándola, y de las comunidades nacionalistas que la están acabando de asfixiar en los últimos decenios. La famosa teoría del ocaso o crepúsculo de las ideologías no ahondó en la causa que lo producía. Que no era otra que la eliminación de la presencia ideológica de la sociedad civil en el Estado de partido único, en el Estado de partidos y en las Comunidades nacionalistas o en las de sus imitadoras regionales.
Cuando no hay sociedad política, intermedia e intermediaria entre la sociedad civil y el Estado, es decir, entre el país real y el oficial, como ocurre en el Estado de Partidos, lo que ocupa su lugar es una especie de sociedad aparente. Una apariencia social presentativa de la sociedad civil, que no es representante ni representativa de nada ni de nadie. Pero ahí están. Vivimos la Monarquía como si fuera la República, la partitocracia como si fuera la democracia, el Parlamento como si fuera creador de leyes, el poder judicial como si fuera independiente, la prensa como si fuera libertad de expresión, la universidad como si fuera libertad de cátedra, la competencia económica como si existiera mercado libre, la sindicación como si fuera libre asociación de trabajadores.
Y el secreto de su longevidad se encuentra en guardar las apariencias. La norma para partidos, sindicatos, empresariado, es: salvar o guardar a toda costa las apariencias. El montaje para los que guardan las apariencias es ideal y rentable. Los personajes de la plutocracia no van a la cárcel por cometer operaciones ilícitas, sino por haber sido erráticos en el círculo profesional que obliga a guardar las apariencias. Mario Conde fue a la cárcel porque así lo quiso la propia plutocracia, intolerante de que un "parvenus" hiciera lo mismo que ella, pero sin guardar ni salvar las apariencias. Es la ostentación, no la prevaricación, la que pone grilletes.
Con estos parámetros, posicionado el objeto del negocio - la sociedad civil - partidos políticos, sindicatos y patronal, todos ellos funcionarios bajo el paraguas del Estado, se preparan para burlar de nuevo al populus democraticus.
Los sindicatos estatales, burocracias corrompidas de aparato, que no representan la civilizada masa trabajadora, sostienen, sin embargo, la incivilizada Monarquía de la corrupción. La verdad es que el sindicalismo perdió su fuerza social genuina con el fracaso de su arma predilecta, la huelga general revolucionaria. La Transición sindical ha seguido el camino y el ejemplo de la Transición partidista. Se disolvió el Partido Único y su lugar al sol del poder fue ocupado por varios partidos estatales. Se disolvió el Sindicato Único y se sustituyó por varios sindicatos estatales. No solo porque están financiados por el erario público y participan del consenso político, sino porque siguen siendo órganos del Estado con poderes normativos sobre los trabajadores no afiliados, la inmensa mayoría.
La actividad de los empresarios empleadores, junto con la de profesionales autónomos, forma el tejido de relaciones económicas y valores culturales en la llamada sociedad burguesa. Los intereses creados en el Estado de Partidos y de Autonomías no permiten que el capital financiero se subordine al capital industrial, ni que el empresario encuentre el clima de respeto social y el marco legal idóneo para asumir los riesgos inherentes a la inversión de capital, sin depender de la corrupción administrativa, del favor del partido gobernante ni de la demagogia obrerista. La organización patronal, tan politizada como la sindical, constituye un órgano estatal que asegura el dominio de la oligarquía en el Estado de Partidos. Sus poderes reales, delegados por las empresas del gran capital, se manifiestan en los Convenios Colectivos como los del gobierno visible de la oligarquía invisible.
Y el objeto de negociación, ya se habrá dado cuenta, inteligente lector, es usted. Y esos son los "dirigentes" que le van a arreglar a usted su futuro, porque es evidente que usted, señor, es incapaz de arreglárselo solo.
Desde el final de la guerra mundial, o dicho con más precisión, desde que los partidos políticos europeos se integraron en el Estado, como órganos del poder estatal, tal como habían hecho antes los partidos únicos de los Estados Totalitarios, la sociedad civil se quedó huérfana de representación política y se convirtió en el lastre o peso muerto del Estado social, que lleva años suplantándola, y de las comunidades nacionalistas que la están acabando de asfixiar en los últimos decenios. La famosa teoría del ocaso o crepúsculo de las ideologías no ahondó en la causa que lo producía. Que no era otra que la eliminación de la presencia ideológica de la sociedad civil en el Estado de partido único, en el Estado de partidos y en las Comunidades nacionalistas o en las de sus imitadoras regionales.
Cuando no hay sociedad política, intermedia e intermediaria entre la sociedad civil y el Estado, es decir, entre el país real y el oficial, como ocurre en el Estado de Partidos, lo que ocupa su lugar es una especie de sociedad aparente. Una apariencia social presentativa de la sociedad civil, que no es representante ni representativa de nada ni de nadie. Pero ahí están. Vivimos la Monarquía como si fuera la República, la partitocracia como si fuera la democracia, el Parlamento como si fuera creador de leyes, el poder judicial como si fuera independiente, la prensa como si fuera libertad de expresión, la universidad como si fuera libertad de cátedra, la competencia económica como si existiera mercado libre, la sindicación como si fuera libre asociación de trabajadores.
Y el secreto de su longevidad se encuentra en guardar las apariencias. La norma para partidos, sindicatos, empresariado, es: salvar o guardar a toda costa las apariencias. El montaje para los que guardan las apariencias es ideal y rentable. Los personajes de la plutocracia no van a la cárcel por cometer operaciones ilícitas, sino por haber sido erráticos en el círculo profesional que obliga a guardar las apariencias. Mario Conde fue a la cárcel porque así lo quiso la propia plutocracia, intolerante de que un "parvenus" hiciera lo mismo que ella, pero sin guardar ni salvar las apariencias. Es la ostentación, no la prevaricación, la que pone grilletes.
Con estos parámetros, posicionado el objeto del negocio - la sociedad civil - partidos políticos, sindicatos y patronal, todos ellos funcionarios bajo el paraguas del Estado, se preparan para burlar de nuevo al populus democraticus.
Los sindicatos estatales, burocracias corrompidas de aparato, que no representan la civilizada masa trabajadora, sostienen, sin embargo, la incivilizada Monarquía de la corrupción. La verdad es que el sindicalismo perdió su fuerza social genuina con el fracaso de su arma predilecta, la huelga general revolucionaria. La Transición sindical ha seguido el camino y el ejemplo de la Transición partidista. Se disolvió el Partido Único y su lugar al sol del poder fue ocupado por varios partidos estatales. Se disolvió el Sindicato Único y se sustituyó por varios sindicatos estatales. No solo porque están financiados por el erario público y participan del consenso político, sino porque siguen siendo órganos del Estado con poderes normativos sobre los trabajadores no afiliados, la inmensa mayoría.
La actividad de los empresarios empleadores, junto con la de profesionales autónomos, forma el tejido de relaciones económicas y valores culturales en la llamada sociedad burguesa. Los intereses creados en el Estado de Partidos y de Autonomías no permiten que el capital financiero se subordine al capital industrial, ni que el empresario encuentre el clima de respeto social y el marco legal idóneo para asumir los riesgos inherentes a la inversión de capital, sin depender de la corrupción administrativa, del favor del partido gobernante ni de la demagogia obrerista. La organización patronal, tan politizada como la sindical, constituye un órgano estatal que asegura el dominio de la oligarquía en el Estado de Partidos. Sus poderes reales, delegados por las empresas del gran capital, se manifiestan en los Convenios Colectivos como los del gobierno visible de la oligarquía invisible.
Y el objeto de negociación, ya se habrá dado cuenta, inteligente lector, es usted. Y esos son los "dirigentes" que le van a arreglar a usted su futuro, porque es evidente que usted, señor, es incapaz de arreglárselo solo.
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Publicado por Victorino Redondo F. para POLITICA el 2/24/2010 12:46:00 PM