Segundo de los cinco artículos prospectivos cruciales para conocer el futuro, bajo el epígrafe general de "Energía, demografía y crisis capitalista". Aquellos lectores que quieran saber cómo reaccionar ante la compleja crisis presente y su recrudecimiento futuro —
bien sea para evitar sus consecuencias o para, al menos, saber de qué morirán—
deben leerlos atentamente hasta entenderlos bien o aprendérselos de memoria. PREPARANDO EL ESCENARIO PARA UN BIG CRUNCH
El desafío de los
peaks de máxima producción, no sólo del petróleo, sino de un centenar de
commodities básicas para la industria (el oro incluido), es enorme, mucho mayor de lo que imaginan los desinformados.
La recesión, sin duda preparada, artificial, se limita a crear las condiciones óptimas para enfrentarse al problema —limitando despilfarros, aumentando las eficiencias de los procesos industriales e invirtiendo en alternativas— al frenar momentáneamente el consumo de combustibles fósiles (de
paso, disminuye las indeseables emisiones de gases de efecto invernadero, tan cacareadas por la histriónica progresía desacertadamente, dado el carácter apocalíptico del problema energético—financiero actual(1)) facilita, en principio, la misión de transformar el sector energético desde la dependencia absoluta al paradigma árcade de una nueva fuente de energía inagotable (y del no menos bucólico de crear una nueva sociedad).
Los profetas del apocalipsis muestran la verdad: que la energía barata se agota, como también lo hará después la cara, y ello implica consumir ingentes cantidades de energía (no de dinero, que es algo artificial y, por tanto, al nivel que hablamos, inagotable) para su obtención y puesta en el mercado.
Así, el gasóleo proveniente del crudo proporciona 100 veces más energía que la que cuesta extraerlo y transformarlo para ser consumido; mientras que el negocio de obtener gasóleo del maíz, aunque pueda ser económicamente rentable para un inversor (sobre todo gracias a las subvenciones), no lo es energéticamente, pues apenas se recupera la inversión energética (hay que completar el ciclo agrícola y después el transformador).
Así, se dice que el EROEI (Energía obtenida dividido por energía que cuesta la obtención) es, en el caso del crudo, de 100; y en el del gasóleo de maíz, de 1. Vemos que, cuando se habla de producción de energía, hay que plantear la diferencia entre el concepto de EROEI (Tasa de Retorno Energético, en español) y el mero ROI (Retorno de la Inversión), pues ésta sólo se refiere al dinero.
Observando la gráfica adjunta, se ve que el balance neto de la campana de Hubbert(2) es aún más raquítica de lo esperado y la pendiente de bajada más acentuada (volveré sobre eso).
Por otra parte, los Gobiernos del mundo entero son incompetentes (por ignorancia de la clase política, por abulia del funcionariado, por corrupción generalizada) para cambiar la composición de la inversión en el sector energético, y se limitan a seguir las órdenes de los altos ejecutivos de las multinacionales de la energía, gente que busca el ROI, no el EROEI en sus decisiones empresariales.
La forma en que afrontan el problema los mercados energéticos va a tener consecuencias de gran alcance para la humanidad. Porque, de momento, actúan como era previsible: pese al peak-oil, la bajada de demanda en plena crisis económica sostiene los precios del crudo, y el menor beneficio se compensa no invirtiendo en operaciones de baja rentabilidad, no renovando maquinaria ni capital humano (desde ingenieros hasta operarios), no modernizando las flotas de petroleros, y, en general, reduciendo los costos de seguridad de todas las fases del negocio(3), desde las plataformas petrolíferas, a las refinerías y a la distribución.
En resumen, todo está perfectamente preparado para el Big Crunch que está en marcha y proseguirá hasta 2030. Los humanos debemos dejar de preocuparnos de asuntos como el cambio climático, problema muy secundario, si es que existe.
Debemos seguir, no obstante, luchando contra la implantación de nuevas plantas nucleares, puesto que el mantenimiento de sus residuos consumirá energía durante los próximos mil años, siendo su EROEI muy negativo; y aplicar nuestra inteligencia a paliar el efecto desabastecimiento generalizado de energía y alimentos que se avecina.
Debemos seguir la pauta del ahorro personal, familiar y ciudadano, pero, puesto que el PIB es directamente proporcional al consumo de energía, nunca permitir a políticos o empresas la desinversión en energías de difícil extracción (como las pizarras bituminosas) o alternativas (fotovoltaica, eólica), incluso de aquellas que tengan EROEI's próximos a 1; porque toda la zona azul oscura del gráfico, que se contabiliza como energía perdida, no neta, no es tal, pues proporciona trabajo a personas e industrias.
No es energía muerta, sino energía que da vida.
XABIER ALZURI CALAVERA
Ingeniero y Humanista
(1) El hambre, las enfermedades y la guerra nos exterminará mucho antes que el humo de los tubos de escape y las chimeneas, que los desastres naturales del cambio climático.
(2) La teoría de Hubbert, ampliamente aceptada entre la comunidad científica y la industria petrolera, explica la tasa de agotamiento a largo plazo del petróleo, así como de otros combustibles fósiles. Predice que la producción mundial de petróleo llegará a su cenit y después declinará tan rápido como creció, resaltando el hecho de que el factor limitador de la extracción de petróleo es la energía requerida y no su coste económico.
(3) El
Gulf spill de BP es una consecuencia de ello; por las mismas causas que la red eléctrica estadounidense, que es la que mayor consumo tiene en el mundo, está obsoleta desde hace mucho tiempo, sin que nadie invierta en ella un dólar más que en reparaciones indispensables.
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